Uno más, hasta en música. Emanuel Ax.

De todas formas, el tema no era Lang Lang sino la superficialidad a la hora de juzgar una interpretación musical. Fijarse en el aspecto del intérprete, en sus gestos... sería una manera obvia de ir desencaminado, pero hay otras...

Una que se me ocurre ahora mismo es la de las etiquetas... De algunos intérpretes tenemos una idea "a priori" ( "tiende a ser muy lento", "es austero", "es frío", "es de una gran humanidad", "busca la brillantez por la brillantez"...) y todo lo que toca lo juzagamos con esa idea preconcebida. Y, sin embargo, las cosas no son tan sencillas... El artista, si merece tal nombre, considera cada obra como algo único, y busca la mejor manera de acercarse a ella. Por ello, puede ser completamente diferente según la composición que esté tocando. También sus cualidades serán más adecuadas para unos autores que para otros...

Otra forma de juzgar erróneamente un concierto es, como ha apuntado calabrote, la de confundir al intérprete con nosotros mismos... Hemos dormido mal la noche anterior, por ejemplo, o hemos llegado a la sala a toda prisa, o estamos pensando en nuestros problemas personales o el concierto en cuestión es el cuarto que escuchamos esa misma semana... Como decía Celibidache, hay que ver una interpretación musical como algo único e irrepetible, una experiencia que no debe unirse a otras para formar una "colección"...

Steiner escribió:De todas formas, el tema no era Lang Lang sino la superficialidad a la hora de juzgar una interpretación musical. Fijarse en el aspecto del intérprete, en sus gestos... sería una manera obvia de ir desencaminado, pero hay otras...

Una que se me ocurre ahora mismo es la de las etiquetas... De algunos intérpretes tenemos una idea "a priori" ( "tiende a ser muy lento", "es austero", "es frío", "es de una gran humanidad", "busca la brillantez por la brillantez"...) y todo lo que toca lo juzagamos con esa idea preconcebida. Y, sin embargo, las cosas no son tan sencillas... El artista, si merece tal nombre, considera cada obra como algo único, y busca la mejor manera de acercarse a ella. Por ello, puede ser completamente diferente según la composición que esté tocando. También sus cualidades serán más adecuadas para unos autores que para otros...

Otra forma de juzgar erróneamente un concierto es, como ha apuntado calabrote, la de confundir al intérprete con nosotros mismos... Hemos dormido mal la noche anterior, por ejemplo, o hemos llegado a la sala a toda prisa, o estamos pensando en nuestros problemas personales o el concierto en cuestión es el cuarto que escuchamos esa misma semana... Como decía Celibidache, hay que ver una interpretación musical como algo único e irrepetible, una experiencia que no debe unirse a otras para formar una "colección"...

Hola Steiner. Yo creo que si vuelves a leer el artículo de Molina te darás cuenta de que ese no es el planteamineto. Molina no dice en ningún momento que el gesto austero y humilde sea sinónimo de talento. Molina se limita a hablar de un intérprete que le encanta, que le gusta por su manera de tocar y también por su presencia, por su estilo personal. Es un relato subjetivo y de admiración sobre un artista que le gusta. No veo que pretenda sacar una ley universal por la cual el que no es divo ni maniático es mejor automáticamente, ni al contrario. Y desde luego todos estaremos de acuerdo en que la interpretación no se juzga por las maneras sobre e escenario, la mayor o menor gesticulación o las manías conocidas de los intérpretes.
Yo personalmente coincido con Molina en mi admiración por los artistas sobrios, por aquellos que disuelven su ego y permiten que toda atención del espectador se centre en la música. Sin embargo, eso no quiere decir que no admire y reconozca a los maniáticos, divos, etc., cuando al mismo tiempo son enormes intérpretes. Estoy seguro de que admiraría a Liszt pero también de que su rollo exhibicionista me resultaría cargante. Admiro a muchos pianistas por su obra, pero detesto los divos que se permiten explotar su propio nombre y se presentan en el auditorio sin preparar su concierto suficientemente y solo para cumplir y cobrar. Y claro que hay mucha vanidad en el mundo del arte, pero cuando te encuantras artistas de talento que al mismo tiempo son sencillos, corteses con el público, no te exigen un hotel especial, no te exigen que el taburete sea negro o gris, o que la afinación se haga a las horas que diga él, pues la verdad es que yo les tengo un plus de simpatía. Como la que expresa Molina.

No he hablado para nada de Muñoz Molina en el post mío que has citado, Jeremías... He comentado maneras de juzgar erróneamente una interpretación y sólo de pasada me he referido a la de considerar el aspecto o los gestos del intérprete. Sin embargo, aunque casi todos estaríamos de acuerdo en la nula importancia del "looK", en la práctica no es así y no es lo mismo ver a Sokolov que a Gianluca Cascioli (quien me gustó, por cierto, tocando a Débussy, hace tiempo...).

Jeremias johnson escribió:

. Es un relato subjetivo y de admiración sobre un artista que le gusta.

Pues esta actitud, la de que un artista te guste o no, me parece equivocada. Te tiene que gustar un determinado concierto o un determinado disco. Si no, caemos en las etiquetas de las que hablaba antes. ¿Me gusta Karajan? Adoro sus "Meistersinger" y su "Parsifal" pero su "Tetralogía" no me convence del todo... Su "Flauta" del 50 podía hacerme llorar, su "Don Giovanni", dormir... ¿Me gusta Zimerman? Me encanta cuando toca Débussy y le odio cuando me obsequia con la 2ª Partita de Bach (ya me lo ha hecho dos veces...).

Naturalmente que con esto no quiero decir que no se pueda sintonizar más con unos intérpretes que con otros, pero no hay que convertirse en "fan" de ninguno, no hay que defenderlos a toda costa...

Perdona, pero pensaba que insistías en volver al origen del hilo, por eso saqué otra vez a Molina y su artículo.

En cuanto a las formas erróneas de juzgar las interpretaciones, pues, hombre, es evidente que los clichés que tenemos sobre el artista pueden llevarnos a engaño, y también es lógico que nuestra predisposición buena, mala o regular el día del concierto puede sesgar nuestro juicio.
De todas formas creo que nada de esto era lo que se discutía al principio. Lo que no entiendo es por qué te parece equivocada la actitud de juzgar globalmente a un artista ni por qué eso ha de ser incompatible con juzgar un determinado concierto o disco. Entiendo que son dos esferas toalmente distintas, unas veces hablamos de los intérpretes, otras de sus interpretaciones, otras de ambas cosas a la vez...

Gould es un gran intérprete de Bach y poco recomendable con Mozart o Beethoven; Pogorelich cayó en un amaneramiento total, pero tiene un registro magistral de Cuadros de una exposición. Nadie duda de que Horowitz fue uno de los más grandes, pero han quedado registrados algunos conciertos suyos desastrosos... Casi todos los músicos encajan mejor unos estilos que otros y unas obras mejor que otras Pero aún así es lícito hacer juícios generales de los artistas, pues los hay muy buenos, buenos, regulares y del montón, y a eso le debemos sumar nuestra óptica subjetiva para acabar de hacer complejo el asunto. Creo que estamos de acuerdo.

Jeremias johnson escribió:Perdona, pero pensaba que insistías en volver al origen del hilo, por eso saqué otra vez a Molina y su artículo.

En cuanto a las formas erróneas de juzgar las interpretaciones, pues, hombre, es evidente que los clichés que tenemos sobre el artista pueden llevarnos a engaño, y también es lógico que nuestra predisposición buena, mala o regular el día del concierto puede sesgar nuestro juicio.
De todas formas creo que nada de esto era lo que se discutía al principio. Lo que no entiendo es por qué te parece equivocada la actitud de juzgar globalmente a un artista ni por qué eso ha de ser incompatible con juzgar un determinado concierto o disco. Entiendo que son dos esferas toalmente distintas, unas veces hablamos de los intérpretes, otras de sus interpretaciones, otras de ambas cosas a la vez...

Gould es un gran intérprete de Bach y poco recomendable con Mozart o Beethoven; Pogorelich cayó en un amaneramiento total, pero tiene un registro magistral de Cuadros de una exposición. Nadie duda de que Horowitz fue uno de los más grandes, pero han quedado registrados algunos conciertos suyos desastrosos... Casi todos los músicos encajan mejor unos estilos que otros y unas obras mejor que otras Pero aún así es lícito hacer juícios generales de los artistas, pues los hay muy buenos, buenos, regulares y del montón, y a eso le debemos sumar nuestra óptica subjetiva para acabar de hacer complejo el asunto. Creo que estamos de acuerdo.

Creo que en el artículo sí se hablaba de que , para ser considerado un genio, hay que tener un cierto "look", gesticular... De todas formas, lo último que quiero hacer es mentar a Muñoz Molina...

Me parece bien juzgar a un artista pero siempre detallando sus puntos fuertes y débiles como has hecho tú... De todas formas, yo hablaba de gustar o no gustar de un determinado intérprete. Quizás tú no lo hagas pero hay mucha gente que se identifica completamente con un músico y lo defiende a capa y espada... Y no tiene por qué ser necesariamente un aficionado de a pie. De todos es sabida la exagerada devoción de Angel Fernando Mayo por Knappertsbusch, o la de Arturo Reverter por Celibidache... Es a eso a lo que me refería...

Hablando de la crítica de acontecimientos musicales, me ha venido a la memoria un comentario de José Luis García del Busto (sorprendente en alguien tan comedido como él). Decía algo así:

"¿Sirve de algo la crítica de un concierto? Al que no ha asistido, ¿le es de alguna utilidad? El que sí ha acudido, ¿por qué la lee? ¿Quizás para saber si ha sentido lo correcto?"

Muchas veces he pensado sobre estos lacónicos interrogantes. Os invito a hacer lo mismo...

Steiner escribió:
"¿Sirve de algo la crítica de un concierto? Al que no ha asistido, ¿le es de alguna utilidad? El que sí ha acudido, ¿por qué lo lee? ¿Quizás para saber si ha sentido lo correcto?"

Muchas veces he pensado sobre estos lacónicos interrogantes. Os invito a hacer lo mismo...

No es que tenga mucha relación con el tema, pero ese comentario me ha traido a la mente una anécdota de Sir Thomas Beecham, posiblemente la lengua más afilada y mordaz que jamás haya subido a un podio:

En un concierto, al acabar la interpretación de una pieza el público aplaudió con ganas y, al acabar los aplausos, Sir Thomas se volvió y dijo, de un modo como casual: "Muchas gracias, señoras y señores. Y ahora van ustedes a escuchar... la pieza que creen haber oído" (Había cambiado el orden de las obras que figuraban en el programa)

¿Mala leche? Toda. ¿Conocimiento de su público? Más que suficiente.

Si lo aplicamos a este mundillo de los audiófilos, creo que a buen entendedor...

Un saludo

Esto de cambiar el orden de interpretación de las obras ocurrió una vez en el Real cuando un pianista tocó a Stockhausen en lugar de a Chopin y dio lugar a un memorable comentario de un espectador: "Cuando Chopin se pone cabezón, no hay quien lo aguante".

Parece claro que la gesticulación del intérprete no aporta nada a la música (otra cosa sería a la percepción que tenemos de ella). Sin embargo, más interesante y problemática resulta la cuestión de su importancia en el caso de la dirección de orquesta. ¿Pueden inspirar los gestos del que lleva la batuta a los músicos a sus órdenes? No he tocado en ninguna orquesta pero podría pensarse que sí...