Resultado de upgrade de cajas Dynaudio Contour 3.3
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Resultado de upgrade de cajas Dynaudio Contour 3.3
Hola, a continuación, os "pego" tal cual, las palabras de una persona a la cual le hice el upgrade de sus cajas, y un previo. Es algo extenso, pero merece la pena leerlo. Saludos a todos.
Introducción
Hace ya más de 6 años que estas cajas llegaron a mi sala para poner patas arriba tanto mi visión de la alta fidelidad como el enfoque conformista en el que me encontraba, sustentado en un equipo que a mi entender daba más que suficiente para disfrutar de la música (así era), el objetivo último que siempre he perseguido.
Y puntualizo lo de “enfoque conformista” porque los últimos años de aventura “audiófila” han dado para mucho: reforma integral de la sala, cambio de todos los componentes originales del equipo, instalación eléctrica, cableado de todo tipo… siempre intentando seguir el camino marcado por las exigencias de los altavoces, piedra angular en la que he sustentado el “proyecto”.
Qué me ofrecían estas cajas que no tenía antes… desde que las probé en mi sala, con mi equipo de entonces, y a pesar de los evidentes problemas de acústica que saltaron a relucir desde el minuto uno, me ofrecieron una sensación de directo que no había escuchado hasta entonces… realismo, un tipo de sonido que me recordaba mucho a lo que percibía ya no como espectador, sino como músico, subido en el escenario con otros músicos… ahí las cosas se escuchan de forma muy diferente. ¿Mejores, peores? No, simplemente las adecuadas a mi forma de escuchar.
Y por lo tanto, aunque pudiera invertir el orden que muchos entienden el adecuado para conformar un equipo, mi forma de entender esto parte de la estética sonora de una determinada marca de altavoces…
El “proyecto”: aventura que me ha sumergido en una búsqueda constante, una valoración permanente de cambio, durante años ya, un intento de profundizar en conocimientos, primero más bien “esotéricos” y finalmente sustentados en el estado de la ciencia y la técnica en lo que a electrónica y acústica se refiere, y ello a costa de lo fundamental… De gastar buena parte de mis recursos, tiempo y dinero, en la música (en la compra de discos, acudir a conciertos, en instrumentos musicales y equipos para montar mi estudio de grabación) en tocar y aprender de grandes músicos, pasé a gastar el poco tiempo libre y los “entretiempos” en investigar sobre la reproducción de la música en sí.
Sería impreciso si no concretara que mis propias circunstancias personales (trabajo, familia, niños), y conocer a ciertas personas relacionadas full time con el “hi-end”, ayudaron a este cambio de tercio.
Pero siempre hubo algo que no me cuadraba de lo que empezaba a conocer en primera persona, sobre esta afición y su desarrollo por parte de personas a las que me encontré en el camino y me mostraron equipos y componentes que hasta entonces sólo vi en las revistas, o ni eso… Cuando acudía a realizar una escucha de tal o cual cambio, en uno u otro equipo, no veía “combustible” por ningún lado que sustentara esas “máquinas”… ¿Dónde estaban los discos?... y con ello me refiero a las colecciones maduradas con el tiempo, en la búsqueda permanente que se le supone a todo melómano, en los que cada disco lleva a otro, con una solución de continuidad que forma parte de un discurso vital, con el que uno puede recordar su vida, su historia… Nada de eso: siempre acababa la cosa donde empezaba, tal o cual disco audiófilo, tal o cual grabación con no se qué resolución especial, o en un formato concreto, que buscaba siempre sacar el máximo provecho del material disponible…
Y de repente me sorprendí haciendo casi lo mismo, utilizando grabaciones de referencia de mi colección, pocas, para evaluar tal o cual cambio… que cambios ha habido muchos… A modo de resumen, y tras la entrada de las 3.3 en mi salón, y la necesaria reforma de la sala para “amarrarlas”, que me llevó tres meses de obra para su integración total en una sala no dedicada, incluyendo reforma de la instalación eléctrica, empecé a disfruta de verdad de un sonido más equilibrado… Ya contaba con músculo, una Rotel Rb 1090 que me brindaba toda la potencia, entrega de corriente, control de graves, que las cajas demandan…
Pude probar y comprobar lo que un buen previo puede hacer con una etapa de potencia… deslucirla o llevarla más allá de lo que uno se podría esperar… probé válvulas, transistores, hasta que pude hacerme, tras haberlo escuchado previamente, con un Forte F-44, en la línea de las electrónicas Threshold que ya me habían seducido… clase a, balanceado… Y a pesar de mi admiración por la etapa rotel y lo bien que sonaba comandada por el forte, el sonido más cálido de las electrónicas en clase a me seducía sobremanera, así que a la primera oportunidad, la cambié por dos Usher r1.5 puenteadas a mono… no estaba dispuesto a renunciar a la potencia que me ofrecía la Rotel, así que esta fue la solución… un sonido más cálido, seguro… a costa de algo de control en el grave, también… el cambio, a mejor, sin ser un salto mortal tampoco… Y pude hacerme con un buen cable a cajas… Y fui vendiendo casi todo lo que tenía para “progresar” (amén de la instalación de 5.1 y la sección de video, para compartir tanto gasto y tiempo con la familia, muy recomendable).
Y pasaron varias fuentes, Cd, bluray, dacs, etc… mención aparte del streaming, único aspecto que considero inacabado, y al que daré el último empujón, pues la posibilidad de investigar y descubrir música sentado, en tiempo real, es un regalo para cualquier melómano que se precie.
Conclusión: desequilibrio. El medio se convierte en un fin en si mismo, consumiendo tanto o más tiempo y recursos que la música cuando ésta es el fundamento de todo… Y dándole vueltas a esta idea, fruto de esa sensación de que algo no va bien, es cuando empiezo a cuestionarme haber tomado este camino, sin final aparente… siempre hay una amplificación mejor, una fuente mejor, un cable mejor, un previo mejor, que sin mucho esfuerzo se convierte en objeto de deseo por lo que representa más que lo que por lo que puede ofrecer, lo cual siempre es una incógnita.
Tocaba, por lo tanto, poner un límite, marcar un objetivo, terminar el equipo y volver a gastar el tiempo en la verdadera búsqueda a la que no hay que poner límite… la música.
6 años leyendo, hablando, aprendiendo, han dado para mucho… de conocer marcas primero, luego principios básicos de la electrónica aplicada al audio, de acústica, de “sinergias” (que lejos de ser un concepto indeterminado, se basa en los números, en las características propias de cada uno de los componentes que se asocian para conseguir el sistema). Y fruto de esta búsqueda doy, hace menos de un año, con Silence Art Electronics y a su alma mater, Alex Sánchez.
Tras leer sobre sus trabajos, sobre su filosofía, y poder conversar muchas horas (gracias por tu generosidad Alex, el tiempo es oro) sobre un tema que el domina a la perfección, voy vislumbrando la solución:
No se trataba en mi caso, de seguir cambiando y cambiando, de seguir profundizando en esta senda que me alejaba cada vez más de lo que verdaderamente me gusta… se trataba de optimizar lo que ya tenía, lo que se ajusta a mis gustos y posibilidades… Así que doy el primer paso, una revisión total con upgrade del forte f44… Tras la prueba y los meses de rodaje, llego a una conclusión: si cada diseñador de cada aparato tuviera la posibilidad de llevar una idea al límite de sus posibilidades, de usar los ingredientes necesarios a placer, no existirían niveles en esto… sólo conceptos… Acabé entendiendo que en la fabricación en serie se han de hacer necesariamente concesiones para que el resultado sea abordable para el consumidor, y permitir mover una industria y un mercado como todos, segmentado, en el que no cabe “café para todos”.
No tendría lógica que el “padre” del aparato en cuestión no se decidiera por ciertos componentes que llevarían su diseño hasta el límite de sus posibilidades… Y esto fue lo que le sucedió al Forte con los cambios, con las mejoras que se le implementaron.
Luego si esto le sucedió al forté… ¿qué podría pasar con el resto? Y aquí ya simplemente me dejé asesorar por Silence Art, y dar un paso sobre el que había leído mucho… filtros divisores de frecuencias… y que me llamaba poderosamente la atención… He de reconocer que la maniobra me daba miedo… tocar mis amadas cajas… modificarlas… de alguna manera me parecía un sacrilegio, una falta de respeto a la marca, a lo que para mi representaban… a todo eso que se le va impregnando a uno después de tanto artículo, de tanta revista, de tanta opinión sesgada, y que te hace cuestionarte la “legitimidad” de la maniobra, y lo que es peor, pensar que el sonido que te gusta vaya a cambiar irremediablemente en una dirección no deseada: el timbre de la caja, su personalidad… sus señas de identidad.
Pensé, antes de ello, que de cualquier manera sería un paso reversible en el caso de que no fuera lo que me esperaba (que no sabía exactamente que esperar, a decir verdad), así que me embarqué en una aventura recién finalizada, y que comparto aquí a modo de reflexión por si a alguien pudiera servir.
Tras haber realizado el cambio, que describiré ahora con algo más de detalle para aquellos amantes del mismo sonido que me gusta a mí, que veo que no hay pocos, me reafirmo en la idea de que esto hay que desvestirlo del aura esotérica que le envuelve, de club selecto de entendidos que están por encima del común de los mortales en algo tan importante como el sonido. Y ello, por dos motivos.
Primero, porque lo que importa no es el sonido, es la música, y de lo que se trata es de encontrar un sistema que, ajustándose a las posibilidades de cada uno, ofrezca una capacidad de transmitir, de emocionar.
Y segundo, porque esto es solo ciencia aplicada a la reproducción del audio, y por tanto, si un componente (fuente de alimentación, condensadores, resistencias, integrados, válvulas, transistores, cableado, las propias placas de circuito impreso, lo que sea), es mejor que otro por sus características técnicas propias, y el diseño del conjunto responde a conseguir que la suma de los anteriores sea positiva, cambiar un componente viejo o malo, o las dos cosas, por otro nuevo y mejor, siempre incidirá positivamente en el sonido final.
Algo tan evidente, y que cualquier puede entender y compartir, aplicable a cualquier otra disciplina (y si no prueba a cambiar las bujías del coche por otras de mayor nivel, o mejorar la memoria RAM del ordenador), se me escapaba, y todavía me pregunto porqué.
El proyecto:
Hay un factor determinante en una parte de la mejora que se le ha hecho a las 3.3: no contar con una sala dedicada, y tener niñas pequeñas en casa. Un susto importante con uno de los altavoces, que casi cae empujado por accidente, me hizo ver que tenía que mejorar la estabilidad del conjunto.
Quien conozca la caja de origen, sabrá que el cuerpo principal está separado de una base de dm de 18 mm, por unos topes de plástico que esconden los tornillos de anclaje, del mismo ancho y largo de la caja, en la que van roscadas las puntas de desacoplo…
Luego, lo que se me ocurrió fue fabricar unas bases con una medida mayor, que le diera unos 5 cm adicionales por laterales, frontal y trasero… No obstante, esto no bastaba si la base no tenía el peso suficiente para estabilizar el conjunto. Aprovechando la ayuda de un amigo con una empresa en el sector de reparación naval, de una plancha de acero negro (hierro defundición) de 20 mm de espesor, se cortaron las bases, y se mecanizaron para poder atornillarlas a la base de la caja acústica, así como colocarles puntas de desacoplo.
El resultado, sin tratar, resultó de un peso de 25 kilos por base (se hicieron 4, luego explicaré por qué), con un aspecto oxidado de acero cortén. Compré unas puntas de desacoplo industriales de silicona y se le colocaron.
De esta manera, se resolvió de golpe el problema de estabilidad de la caja, pero además sucedió algo inesperado: al estar la base de metal atornillada a la base de la caja con unos tirafondos largos, la unión entre ambas es lo suficientemente fuerte como para que las vibraciones de la caja se transmitan uniformemente no solo por la caja, sino también a la base: se comporta como un todo en el que la masa del conjunto ha incrementado un 70%:de los 36 kilos iniciales de la caja, pasa los a 61 kilos de peso total, y esto tuvo una incidencia inmediata en la respuesta en graves de la caja:bajando hasta los 32 hertzios, creo recordar, y con un cono de graves inferior separado en el recinto acústico, a modo de sub, y con su propio puerto Bass réflex, (imagen) , la respuesta en graves de la caja es poderosa.
Si bien cualquier exceso de graves quedó corregido con el tratamiento acústico de la sala, al poner las bases, la caja ganó en definición en las frecuencias más bajas, lo que a su vez hizo que el resto de frecuencias resultaran más “claras”. Si cabe, también una ligera mejoría en la focalización de los instrumentos.
La explicación lógica, la capacidad de absorción mecánica del conjunto caja+ base es superior a la que permitía la anterior base de madera con suspuntas de desacoplo.
Luego quedaba mejorar el aspecto de aislamiento de la caja del suelo, puesto que las sencillas puntas de desacoplo de silicona resultaron ser un engorro para mover la caja, porque no estabilizaban bien el conjunto, y por que a todas luces no eran el mejor sistema para desacoplar la caja del suelo.
Y como el óxido no es compatible con un entorno doméstico, había que repasar un poco la tosca construcción inicial de las bases, y al tiempo que buscaba las puntas de desacoplo adecuadas (rosca de 8 mm), mandé las bases a un taller de rectificado del metal para ese trabajo de limpieza, para luego barnizarlas con un simple spray, y conseguir de esta manera el resultado final. Las puntas de desacoplo elegidas son una Soundcare Superspikes.
Al mismo tiempo, procedí a desmontar la caja, desoldando conos y caja de conexiones, para luego retirar el filtro divisor de frecuencias. Marqué con cuidado todas las conexiones, pues son 10 puntos en diferentes lugares de la placa, clasifiqué cada altavoz para no confundirlos, y devolver cada uno a su sitio original, y envié los filtros a Silence Art Electronics.
La caja ya tiene sus años, luego lo que me encontré al ver los cables, no me gustó: el cobre estaba en mal estado, y teniendo ya claro que era preceptivo cambiar el cable, acordamos que la renovación sería total, con el material que emplea Alex para construir sus propios cables de altavoz: cobre categoría 6n de origen suizo, del mismo diámetro que el cable original.
El trabajo realizado consistió en la sustitución de todos los condensadores originales, de origen francés, por otros de mayor calidad, y sobredimensionados. Las resistencias cerámicas fueron cambiadas por otras mucho mejores, conservando únicamente la placa base, las bobinas, y 3 de las 13 resistencias originales (aquellas que no tienen influencia alguna en el resultado final), y utilizando el mejor estaño disponible en el mercado, WBT.
Luego, soldar el cable nuevo en las medidas encargadas, sobre el esquema de conexiones elaborado en el desmontaje, tras comprobar las distancias a cada altavoz desde la ubicación original de filtro en la caja. El resultado, en la imagen, con la cortesía de mandar un buen rollo del estaño empleado para todas la soldaduras necesarias en el proceso de montaje.
Y como la caja ya notaba en su aspecto el paso de los años, estaban descoloridas y desiguales, y soy un enamorado del negro piano, aproveché y las mandé al lacador.
El resultado, a mi parecer, redondeó la maniobra y renovó el tratamiento exterior de la caja, ya algo poroso. Si esto tiene influencia en el sonido final ya no me atrevo a aventurarlo, aunque hay fabricantes de cajas, como TIDAL, que insisten en las bondades de este tratamiento… Incógnita.
En el delicado proceso de montaje de todos los ingredientes, la caja acústica, los altavoces, conexiones, puertos bass-reflex, bases metálicas, los filtros, me ayudó un gran amigo con su pericia, y en unas cuantas horas, teníamos el resultado final… Me llevó más o menos un mes, algunos trayectos, y una inversión económica más que razonable por toda la maniobra.
El resultado final, una renovación completa de unas dynaudio contour 3.3, con ya 18 años a sus espaldas, en la que lo único que no se ha cambiado son los propios altavoces y el interior del recinto.
Desde luego, el altavoz parece otro, y en realidad, como procedo a comentar en mi conclusión sobre los resultados, la caja “es otra”: una caja, en sentido literal, única.
El resultado
Antes de escribir estas letras, he tenido el equipo en funcionamiento un mínimo de 50-55 horas, aunque esto es, según me dicen, atravesar únicamente “la corteza”…
No obstante, antes comenté que en su día fabricamos 4 bases de metal, y es que en su día tuve la oportunidad de adquirir unas Dynaudio contour 3.0, las hermanas menores de las 3.3.. Las otras dos bases eran para estas, pensadas en su momento para los canales traseros del cine en casa… Resultaron excesivas para la sala, pero al precio que las conseguí, imposible resistirse.
Bueno, el hecho, tener estas me dio una oportunidad única. Las 3.0, un diseño de tres vías con un altavoz de graves casi un poco mayor que los dos en paralelo de las 3.3, así como un diseño de la caja que le permite incluso bajar 2 hertzios más que las 3.3, y comparten exactamente el mismo filtro divisor de frecuencias. Esto, salvando las diferencias entre ambas cajas, que presentan una misma “personalidad”, me permitió comparar el sonido de unas y de otras… mejor aún:
Una 3.0 en el canal izquierdo, una 3.3 en el canal derecho. La configuración con monofónicas lo hizo posible sin problemas. Luego de terminado el montaje, se trataba de poner música y darle al balance. Lo hice incluso antes de montar la pareja de 3.3 en el equipo. Tuve la suerte de estar acompañado por el amigo que me ayudó al montaje, y compartir el momento y la opinión.
Y coincidimos plenamente desde los primeros segundos de reproducción: la comparación entre las frecuencias medias y agudas de ambos canales resultó sorprendente. Y sé que es una frase manida, pero es realidad: el sonido se desprende de un velo que lo enmascara. Más que un velo, de una manta diría yo.
Las cuerdas, los detalles de percusión (ride, cencerros, triángulos, etc), aparecían con un realismo inédito en la sala. La mayor respuesta en frecuencias graves de la 3.0 no era competencia con el grado de control en este aspecto de la 3.3, pero este aspecto no se lo atribuí en principio, al cambio de filtro: es una de las principales diferencias entre ambas cajas.
A medida que he ido escuchando la caja, creo entender que a mayor tamaño, el rodaje debe ser más amplio, y el condensador de graves colocado en el nuevo filtro casi triplica el volumen del anterior. Y lo digo porque si bien en principio, no fueron los graves lo que me sorprendió, a medida que la caja rueda, el grave se va delineando con una precisión, en especial con un nivel de focalización de los contrabajos en grabaciones acústicas, los bombos de la batería, que antes no existía.
Mención aparte merece el tema de las voces, en las que me comentaron que los cambios serían notorios, y los vientos, en particular. Reconozco que al principio, durante las primeras horas, y aún un proceso por acabar, las frecuencias medio-altas resultaban algo “agresivas” especialmente en las voces y en vientos a los que estoy más que acostumbrado, caso de grabaciones como Sketches of Spain. Curiosamente esto no sucedía en el extremo agudo.
A medida que la caja ha ido rodando, esta circunstancia ha ido mejorando rápidamente, adquiriendo “el todo” mayor coherencia, como diría un músico cuando un grupo suena bien, el sonido se va “empastando”, equilibrando, en la línea del diseño original, pero con un nivel de detalle sin comparación. La micro dinámica se acentúa, y eso hace descubrir hasta los más mínimos vibratos de una voz, de una trompeta o de un saxo…
Todavía tengo pasajes de determinados temas de determinados discos con los que ir comprobando esto, tales como el corte 1 del disco de Charlie Haden, American Dreams… tanto el piano de Brad Mehldau, como determinados momentos en los que Brian Blade juega con los platos raspándolos y creando armónicos que atraviesan cada momento de la música en que suceden, que valen su peso en oro para escuchar estas diferencias…
Por último, y no tengo más que dar la razón, ya me dijeron que al principio el sonido me parecería “encogido”, refiriéndose a la escena sonora. Esto sucedió, las primeras 5 o 6 horas. A partir de ese momento, cada hora que pasa es como si la escena se fuera abriendo milímetro a milímetro, adquiriendo cada vez más profundidad, más anchura, y los instrumentos acaban por posicionarse en la sala de una forma cada vez más realista.
La relación que se establece entre el sonido de todos los instrumentos es mucho más coherente con la realidad de la ubicación natural de los mismos, y si bien la espacialidad de estos altavoces siempre fue un punto fuerte, ahora va creciendo el tamaño de la escena, al mismo tiempo lo que siempre he leído como el “aire” que hay entre los instrumentos como un signo de calidad, lo que yo percibo no es eses aire, sino el sonido que hay entre instrumentos, como si se estableciera una relación acústica entre estos (que de hecho en la música en vivo existe), que permite distinguirlos mucho mejor, tanto en su posición (dónde se encuentra cada uno), como el timbre real de cada uno. Los armónicos están, claro está, mucho más presentes, se ha ganado en definición.
No me atrevo a detallar más conclusiones, dado que consideraré este “reportaje” acabado cuando haya terminado con las preceptivas 500 horas de rodaje recomendadas. No en vano los filtros son un cambio casi total, así como el cableado interno.
Pero ya no tengo dudas de que a medida que estas se vayan sucediendo, me iré sorprendiendo cada vez más, y es intrigante a la vez que ilusionante pensar hasta dónde me llevará este proceso. Viendo lo visto, en breve mandaré la fuente a una revisión y upgrade completo, con lo que ya sólo me quedarían las etapas… pero ese es otro cantar.
Conclusión:
Estas Dynaudio Contour 3.3 Silence Art Edition, con permiso de las modificaciones propias, se han ganado una segunda vida, completamente nueva. Son unas cajas nuevas, con las que comenzar a disfrutar de nuevo de la música, volviendo a los orígenes, regalándome la posibilidad de escuchar detalles, de regresar a la sensación de la música en vivo de una forma mucho más fiel que en su anterior versión. Recomiendo sin paliativos a cualquier aficionado a la música que, si tienen unas cajas de referencia, como estas son las mías, no duden en mejorarlas. El viaje merece la pena
Equipo empleado:
Mecánica de Transporte Pioneer BDP LX88.
Reproductor de audio en red Sony
DAC Audiolab MDAC con fuente de alimentación separada LDA MCRU.
Previo Forte F44 upgrade Silence Art.
Etapas Usher R.1.5 puenteadas a mono.
Dynaudio Contour 3.3 upgrade Silence Art.
Cableado:
Audioquest Coaxial Pro (transporte-dac), Audioquest Cinnamon óptico (Audio en red-DAC), MIT Shotgun S1 XLR (DAC-Previo), Mit Shotgun S2 XLR (Previo-Etapas).Audiquest Volcano a cajas. Cable de red en previo Silence Art Electronics.
Introducción
Hace ya más de 6 años que estas cajas llegaron a mi sala para poner patas arriba tanto mi visión de la alta fidelidad como el enfoque conformista en el que me encontraba, sustentado en un equipo que a mi entender daba más que suficiente para disfrutar de la música (así era), el objetivo último que siempre he perseguido.
Y puntualizo lo de “enfoque conformista” porque los últimos años de aventura “audiófila” han dado para mucho: reforma integral de la sala, cambio de todos los componentes originales del equipo, instalación eléctrica, cableado de todo tipo… siempre intentando seguir el camino marcado por las exigencias de los altavoces, piedra angular en la que he sustentado el “proyecto”.
Qué me ofrecían estas cajas que no tenía antes… desde que las probé en mi sala, con mi equipo de entonces, y a pesar de los evidentes problemas de acústica que saltaron a relucir desde el minuto uno, me ofrecieron una sensación de directo que no había escuchado hasta entonces… realismo, un tipo de sonido que me recordaba mucho a lo que percibía ya no como espectador, sino como músico, subido en el escenario con otros músicos… ahí las cosas se escuchan de forma muy diferente. ¿Mejores, peores? No, simplemente las adecuadas a mi forma de escuchar.
Y por lo tanto, aunque pudiera invertir el orden que muchos entienden el adecuado para conformar un equipo, mi forma de entender esto parte de la estética sonora de una determinada marca de altavoces…
El “proyecto”: aventura que me ha sumergido en una búsqueda constante, una valoración permanente de cambio, durante años ya, un intento de profundizar en conocimientos, primero más bien “esotéricos” y finalmente sustentados en el estado de la ciencia y la técnica en lo que a electrónica y acústica se refiere, y ello a costa de lo fundamental… De gastar buena parte de mis recursos, tiempo y dinero, en la música (en la compra de discos, acudir a conciertos, en instrumentos musicales y equipos para montar mi estudio de grabación) en tocar y aprender de grandes músicos, pasé a gastar el poco tiempo libre y los “entretiempos” en investigar sobre la reproducción de la música en sí.
Sería impreciso si no concretara que mis propias circunstancias personales (trabajo, familia, niños), y conocer a ciertas personas relacionadas full time con el “hi-end”, ayudaron a este cambio de tercio.
Pero siempre hubo algo que no me cuadraba de lo que empezaba a conocer en primera persona, sobre esta afición y su desarrollo por parte de personas a las que me encontré en el camino y me mostraron equipos y componentes que hasta entonces sólo vi en las revistas, o ni eso… Cuando acudía a realizar una escucha de tal o cual cambio, en uno u otro equipo, no veía “combustible” por ningún lado que sustentara esas “máquinas”… ¿Dónde estaban los discos?... y con ello me refiero a las colecciones maduradas con el tiempo, en la búsqueda permanente que se le supone a todo melómano, en los que cada disco lleva a otro, con una solución de continuidad que forma parte de un discurso vital, con el que uno puede recordar su vida, su historia… Nada de eso: siempre acababa la cosa donde empezaba, tal o cual disco audiófilo, tal o cual grabación con no se qué resolución especial, o en un formato concreto, que buscaba siempre sacar el máximo provecho del material disponible…
Y de repente me sorprendí haciendo casi lo mismo, utilizando grabaciones de referencia de mi colección, pocas, para evaluar tal o cual cambio… que cambios ha habido muchos… A modo de resumen, y tras la entrada de las 3.3 en mi salón, y la necesaria reforma de la sala para “amarrarlas”, que me llevó tres meses de obra para su integración total en una sala no dedicada, incluyendo reforma de la instalación eléctrica, empecé a disfruta de verdad de un sonido más equilibrado… Ya contaba con músculo, una Rotel Rb 1090 que me brindaba toda la potencia, entrega de corriente, control de graves, que las cajas demandan…
Pude probar y comprobar lo que un buen previo puede hacer con una etapa de potencia… deslucirla o llevarla más allá de lo que uno se podría esperar… probé válvulas, transistores, hasta que pude hacerme, tras haberlo escuchado previamente, con un Forte F-44, en la línea de las electrónicas Threshold que ya me habían seducido… clase a, balanceado… Y a pesar de mi admiración por la etapa rotel y lo bien que sonaba comandada por el forte, el sonido más cálido de las electrónicas en clase a me seducía sobremanera, así que a la primera oportunidad, la cambié por dos Usher r1.5 puenteadas a mono… no estaba dispuesto a renunciar a la potencia que me ofrecía la Rotel, así que esta fue la solución… un sonido más cálido, seguro… a costa de algo de control en el grave, también… el cambio, a mejor, sin ser un salto mortal tampoco… Y pude hacerme con un buen cable a cajas… Y fui vendiendo casi todo lo que tenía para “progresar” (amén de la instalación de 5.1 y la sección de video, para compartir tanto gasto y tiempo con la familia, muy recomendable).
Y pasaron varias fuentes, Cd, bluray, dacs, etc… mención aparte del streaming, único aspecto que considero inacabado, y al que daré el último empujón, pues la posibilidad de investigar y descubrir música sentado, en tiempo real, es un regalo para cualquier melómano que se precie.
Conclusión: desequilibrio. El medio se convierte en un fin en si mismo, consumiendo tanto o más tiempo y recursos que la música cuando ésta es el fundamento de todo… Y dándole vueltas a esta idea, fruto de esa sensación de que algo no va bien, es cuando empiezo a cuestionarme haber tomado este camino, sin final aparente… siempre hay una amplificación mejor, una fuente mejor, un cable mejor, un previo mejor, que sin mucho esfuerzo se convierte en objeto de deseo por lo que representa más que lo que por lo que puede ofrecer, lo cual siempre es una incógnita.
Tocaba, por lo tanto, poner un límite, marcar un objetivo, terminar el equipo y volver a gastar el tiempo en la verdadera búsqueda a la que no hay que poner límite… la música.
6 años leyendo, hablando, aprendiendo, han dado para mucho… de conocer marcas primero, luego principios básicos de la electrónica aplicada al audio, de acústica, de “sinergias” (que lejos de ser un concepto indeterminado, se basa en los números, en las características propias de cada uno de los componentes que se asocian para conseguir el sistema). Y fruto de esta búsqueda doy, hace menos de un año, con Silence Art Electronics y a su alma mater, Alex Sánchez.
Tras leer sobre sus trabajos, sobre su filosofía, y poder conversar muchas horas (gracias por tu generosidad Alex, el tiempo es oro) sobre un tema que el domina a la perfección, voy vislumbrando la solución:
No se trataba en mi caso, de seguir cambiando y cambiando, de seguir profundizando en esta senda que me alejaba cada vez más de lo que verdaderamente me gusta… se trataba de optimizar lo que ya tenía, lo que se ajusta a mis gustos y posibilidades… Así que doy el primer paso, una revisión total con upgrade del forte f44… Tras la prueba y los meses de rodaje, llego a una conclusión: si cada diseñador de cada aparato tuviera la posibilidad de llevar una idea al límite de sus posibilidades, de usar los ingredientes necesarios a placer, no existirían niveles en esto… sólo conceptos… Acabé entendiendo que en la fabricación en serie se han de hacer necesariamente concesiones para que el resultado sea abordable para el consumidor, y permitir mover una industria y un mercado como todos, segmentado, en el que no cabe “café para todos”.
No tendría lógica que el “padre” del aparato en cuestión no se decidiera por ciertos componentes que llevarían su diseño hasta el límite de sus posibilidades… Y esto fue lo que le sucedió al Forte con los cambios, con las mejoras que se le implementaron.
Luego si esto le sucedió al forté… ¿qué podría pasar con el resto? Y aquí ya simplemente me dejé asesorar por Silence Art, y dar un paso sobre el que había leído mucho… filtros divisores de frecuencias… y que me llamaba poderosamente la atención… He de reconocer que la maniobra me daba miedo… tocar mis amadas cajas… modificarlas… de alguna manera me parecía un sacrilegio, una falta de respeto a la marca, a lo que para mi representaban… a todo eso que se le va impregnando a uno después de tanto artículo, de tanta revista, de tanta opinión sesgada, y que te hace cuestionarte la “legitimidad” de la maniobra, y lo que es peor, pensar que el sonido que te gusta vaya a cambiar irremediablemente en una dirección no deseada: el timbre de la caja, su personalidad… sus señas de identidad.
Pensé, antes de ello, que de cualquier manera sería un paso reversible en el caso de que no fuera lo que me esperaba (que no sabía exactamente que esperar, a decir verdad), así que me embarqué en una aventura recién finalizada, y que comparto aquí a modo de reflexión por si a alguien pudiera servir.
Tras haber realizado el cambio, que describiré ahora con algo más de detalle para aquellos amantes del mismo sonido que me gusta a mí, que veo que no hay pocos, me reafirmo en la idea de que esto hay que desvestirlo del aura esotérica que le envuelve, de club selecto de entendidos que están por encima del común de los mortales en algo tan importante como el sonido. Y ello, por dos motivos.
Primero, porque lo que importa no es el sonido, es la música, y de lo que se trata es de encontrar un sistema que, ajustándose a las posibilidades de cada uno, ofrezca una capacidad de transmitir, de emocionar.
Y segundo, porque esto es solo ciencia aplicada a la reproducción del audio, y por tanto, si un componente (fuente de alimentación, condensadores, resistencias, integrados, válvulas, transistores, cableado, las propias placas de circuito impreso, lo que sea), es mejor que otro por sus características técnicas propias, y el diseño del conjunto responde a conseguir que la suma de los anteriores sea positiva, cambiar un componente viejo o malo, o las dos cosas, por otro nuevo y mejor, siempre incidirá positivamente en el sonido final.
Algo tan evidente, y que cualquier puede entender y compartir, aplicable a cualquier otra disciplina (y si no prueba a cambiar las bujías del coche por otras de mayor nivel, o mejorar la memoria RAM del ordenador), se me escapaba, y todavía me pregunto porqué.
El proyecto:
Hay un factor determinante en una parte de la mejora que se le ha hecho a las 3.3: no contar con una sala dedicada, y tener niñas pequeñas en casa. Un susto importante con uno de los altavoces, que casi cae empujado por accidente, me hizo ver que tenía que mejorar la estabilidad del conjunto.
Quien conozca la caja de origen, sabrá que el cuerpo principal está separado de una base de dm de 18 mm, por unos topes de plástico que esconden los tornillos de anclaje, del mismo ancho y largo de la caja, en la que van roscadas las puntas de desacoplo…
Luego, lo que se me ocurrió fue fabricar unas bases con una medida mayor, que le diera unos 5 cm adicionales por laterales, frontal y trasero… No obstante, esto no bastaba si la base no tenía el peso suficiente para estabilizar el conjunto. Aprovechando la ayuda de un amigo con una empresa en el sector de reparación naval, de una plancha de acero negro (hierro defundición) de 20 mm de espesor, se cortaron las bases, y se mecanizaron para poder atornillarlas a la base de la caja acústica, así como colocarles puntas de desacoplo.
El resultado, sin tratar, resultó de un peso de 25 kilos por base (se hicieron 4, luego explicaré por qué), con un aspecto oxidado de acero cortén. Compré unas puntas de desacoplo industriales de silicona y se le colocaron.
De esta manera, se resolvió de golpe el problema de estabilidad de la caja, pero además sucedió algo inesperado: al estar la base de metal atornillada a la base de la caja con unos tirafondos largos, la unión entre ambas es lo suficientemente fuerte como para que las vibraciones de la caja se transmitan uniformemente no solo por la caja, sino también a la base: se comporta como un todo en el que la masa del conjunto ha incrementado un 70%:de los 36 kilos iniciales de la caja, pasa los a 61 kilos de peso total, y esto tuvo una incidencia inmediata en la respuesta en graves de la caja:bajando hasta los 32 hertzios, creo recordar, y con un cono de graves inferior separado en el recinto acústico, a modo de sub, y con su propio puerto Bass réflex, (imagen) , la respuesta en graves de la caja es poderosa.
Si bien cualquier exceso de graves quedó corregido con el tratamiento acústico de la sala, al poner las bases, la caja ganó en definición en las frecuencias más bajas, lo que a su vez hizo que el resto de frecuencias resultaran más “claras”. Si cabe, también una ligera mejoría en la focalización de los instrumentos.
La explicación lógica, la capacidad de absorción mecánica del conjunto caja+ base es superior a la que permitía la anterior base de madera con suspuntas de desacoplo.
Luego quedaba mejorar el aspecto de aislamiento de la caja del suelo, puesto que las sencillas puntas de desacoplo de silicona resultaron ser un engorro para mover la caja, porque no estabilizaban bien el conjunto, y por que a todas luces no eran el mejor sistema para desacoplar la caja del suelo.
Y como el óxido no es compatible con un entorno doméstico, había que repasar un poco la tosca construcción inicial de las bases, y al tiempo que buscaba las puntas de desacoplo adecuadas (rosca de 8 mm), mandé las bases a un taller de rectificado del metal para ese trabajo de limpieza, para luego barnizarlas con un simple spray, y conseguir de esta manera el resultado final. Las puntas de desacoplo elegidas son una Soundcare Superspikes.
Al mismo tiempo, procedí a desmontar la caja, desoldando conos y caja de conexiones, para luego retirar el filtro divisor de frecuencias. Marqué con cuidado todas las conexiones, pues son 10 puntos en diferentes lugares de la placa, clasifiqué cada altavoz para no confundirlos, y devolver cada uno a su sitio original, y envié los filtros a Silence Art Electronics.
La caja ya tiene sus años, luego lo que me encontré al ver los cables, no me gustó: el cobre estaba en mal estado, y teniendo ya claro que era preceptivo cambiar el cable, acordamos que la renovación sería total, con el material que emplea Alex para construir sus propios cables de altavoz: cobre categoría 6n de origen suizo, del mismo diámetro que el cable original.
El trabajo realizado consistió en la sustitución de todos los condensadores originales, de origen francés, por otros de mayor calidad, y sobredimensionados. Las resistencias cerámicas fueron cambiadas por otras mucho mejores, conservando únicamente la placa base, las bobinas, y 3 de las 13 resistencias originales (aquellas que no tienen influencia alguna en el resultado final), y utilizando el mejor estaño disponible en el mercado, WBT.
Luego, soldar el cable nuevo en las medidas encargadas, sobre el esquema de conexiones elaborado en el desmontaje, tras comprobar las distancias a cada altavoz desde la ubicación original de filtro en la caja. El resultado, en la imagen, con la cortesía de mandar un buen rollo del estaño empleado para todas la soldaduras necesarias en el proceso de montaje.
Y como la caja ya notaba en su aspecto el paso de los años, estaban descoloridas y desiguales, y soy un enamorado del negro piano, aproveché y las mandé al lacador.
El resultado, a mi parecer, redondeó la maniobra y renovó el tratamiento exterior de la caja, ya algo poroso. Si esto tiene influencia en el sonido final ya no me atrevo a aventurarlo, aunque hay fabricantes de cajas, como TIDAL, que insisten en las bondades de este tratamiento… Incógnita.
En el delicado proceso de montaje de todos los ingredientes, la caja acústica, los altavoces, conexiones, puertos bass-reflex, bases metálicas, los filtros, me ayudó un gran amigo con su pericia, y en unas cuantas horas, teníamos el resultado final… Me llevó más o menos un mes, algunos trayectos, y una inversión económica más que razonable por toda la maniobra.
El resultado final, una renovación completa de unas dynaudio contour 3.3, con ya 18 años a sus espaldas, en la que lo único que no se ha cambiado son los propios altavoces y el interior del recinto.
Desde luego, el altavoz parece otro, y en realidad, como procedo a comentar en mi conclusión sobre los resultados, la caja “es otra”: una caja, en sentido literal, única.
El resultado
Antes de escribir estas letras, he tenido el equipo en funcionamiento un mínimo de 50-55 horas, aunque esto es, según me dicen, atravesar únicamente “la corteza”…
No obstante, antes comenté que en su día fabricamos 4 bases de metal, y es que en su día tuve la oportunidad de adquirir unas Dynaudio contour 3.0, las hermanas menores de las 3.3.. Las otras dos bases eran para estas, pensadas en su momento para los canales traseros del cine en casa… Resultaron excesivas para la sala, pero al precio que las conseguí, imposible resistirse.
Bueno, el hecho, tener estas me dio una oportunidad única. Las 3.0, un diseño de tres vías con un altavoz de graves casi un poco mayor que los dos en paralelo de las 3.3, así como un diseño de la caja que le permite incluso bajar 2 hertzios más que las 3.3, y comparten exactamente el mismo filtro divisor de frecuencias. Esto, salvando las diferencias entre ambas cajas, que presentan una misma “personalidad”, me permitió comparar el sonido de unas y de otras… mejor aún:
Una 3.0 en el canal izquierdo, una 3.3 en el canal derecho. La configuración con monofónicas lo hizo posible sin problemas. Luego de terminado el montaje, se trataba de poner música y darle al balance. Lo hice incluso antes de montar la pareja de 3.3 en el equipo. Tuve la suerte de estar acompañado por el amigo que me ayudó al montaje, y compartir el momento y la opinión.
Y coincidimos plenamente desde los primeros segundos de reproducción: la comparación entre las frecuencias medias y agudas de ambos canales resultó sorprendente. Y sé que es una frase manida, pero es realidad: el sonido se desprende de un velo que lo enmascara. Más que un velo, de una manta diría yo.
Las cuerdas, los detalles de percusión (ride, cencerros, triángulos, etc), aparecían con un realismo inédito en la sala. La mayor respuesta en frecuencias graves de la 3.0 no era competencia con el grado de control en este aspecto de la 3.3, pero este aspecto no se lo atribuí en principio, al cambio de filtro: es una de las principales diferencias entre ambas cajas.
A medida que he ido escuchando la caja, creo entender que a mayor tamaño, el rodaje debe ser más amplio, y el condensador de graves colocado en el nuevo filtro casi triplica el volumen del anterior. Y lo digo porque si bien en principio, no fueron los graves lo que me sorprendió, a medida que la caja rueda, el grave se va delineando con una precisión, en especial con un nivel de focalización de los contrabajos en grabaciones acústicas, los bombos de la batería, que antes no existía.
Mención aparte merece el tema de las voces, en las que me comentaron que los cambios serían notorios, y los vientos, en particular. Reconozco que al principio, durante las primeras horas, y aún un proceso por acabar, las frecuencias medio-altas resultaban algo “agresivas” especialmente en las voces y en vientos a los que estoy más que acostumbrado, caso de grabaciones como Sketches of Spain. Curiosamente esto no sucedía en el extremo agudo.
A medida que la caja ha ido rodando, esta circunstancia ha ido mejorando rápidamente, adquiriendo “el todo” mayor coherencia, como diría un músico cuando un grupo suena bien, el sonido se va “empastando”, equilibrando, en la línea del diseño original, pero con un nivel de detalle sin comparación. La micro dinámica se acentúa, y eso hace descubrir hasta los más mínimos vibratos de una voz, de una trompeta o de un saxo…
Todavía tengo pasajes de determinados temas de determinados discos con los que ir comprobando esto, tales como el corte 1 del disco de Charlie Haden, American Dreams… tanto el piano de Brad Mehldau, como determinados momentos en los que Brian Blade juega con los platos raspándolos y creando armónicos que atraviesan cada momento de la música en que suceden, que valen su peso en oro para escuchar estas diferencias…
Por último, y no tengo más que dar la razón, ya me dijeron que al principio el sonido me parecería “encogido”, refiriéndose a la escena sonora. Esto sucedió, las primeras 5 o 6 horas. A partir de ese momento, cada hora que pasa es como si la escena se fuera abriendo milímetro a milímetro, adquiriendo cada vez más profundidad, más anchura, y los instrumentos acaban por posicionarse en la sala de una forma cada vez más realista.
La relación que se establece entre el sonido de todos los instrumentos es mucho más coherente con la realidad de la ubicación natural de los mismos, y si bien la espacialidad de estos altavoces siempre fue un punto fuerte, ahora va creciendo el tamaño de la escena, al mismo tiempo lo que siempre he leído como el “aire” que hay entre los instrumentos como un signo de calidad, lo que yo percibo no es eses aire, sino el sonido que hay entre instrumentos, como si se estableciera una relación acústica entre estos (que de hecho en la música en vivo existe), que permite distinguirlos mucho mejor, tanto en su posición (dónde se encuentra cada uno), como el timbre real de cada uno. Los armónicos están, claro está, mucho más presentes, se ha ganado en definición.
No me atrevo a detallar más conclusiones, dado que consideraré este “reportaje” acabado cuando haya terminado con las preceptivas 500 horas de rodaje recomendadas. No en vano los filtros son un cambio casi total, así como el cableado interno.
Pero ya no tengo dudas de que a medida que estas se vayan sucediendo, me iré sorprendiendo cada vez más, y es intrigante a la vez que ilusionante pensar hasta dónde me llevará este proceso. Viendo lo visto, en breve mandaré la fuente a una revisión y upgrade completo, con lo que ya sólo me quedarían las etapas… pero ese es otro cantar.
Conclusión:
Estas Dynaudio Contour 3.3 Silence Art Edition, con permiso de las modificaciones propias, se han ganado una segunda vida, completamente nueva. Son unas cajas nuevas, con las que comenzar a disfrutar de nuevo de la música, volviendo a los orígenes, regalándome la posibilidad de escuchar detalles, de regresar a la sensación de la música en vivo de una forma mucho más fiel que en su anterior versión. Recomiendo sin paliativos a cualquier aficionado a la música que, si tienen unas cajas de referencia, como estas son las mías, no duden en mejorarlas. El viaje merece la pena
Equipo empleado:
Mecánica de Transporte Pioneer BDP LX88.
Reproductor de audio en red Sony
DAC Audiolab MDAC con fuente de alimentación separada LDA MCRU.
Previo Forte F44 upgrade Silence Art.
Etapas Usher R.1.5 puenteadas a mono.
Dynaudio Contour 3.3 upgrade Silence Art.
Cableado:
Audioquest Coaxial Pro (transporte-dac), Audioquest Cinnamon óptico (Audio en red-DAC), MIT Shotgun S1 XLR (DAC-Previo), Mit Shotgun S2 XLR (Previo-Etapas).Audiquest Volcano a cajas. Cable de red en previo Silence Art Electronics.
Re: Resultado de upgrade de cajas Dynaudio Contour 3.3
Resumiendo que es gerundio.
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