'Sineward' Distortion in High-Fidelity Amplifiers by John J Cambell
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'Sineward' Distortion in High-Fidelity Amplifiers by John J Cambell
Un artículo que apareció en una revista de audio allá por 1961.
Artículo aludido una y otra vez pero que todavía no había tenido oportunidad de localizarlo.
Nada nuevo, y es que unas perfectas mediciones sobre un amplificador pueden esconder importantes "distorsiones" a "ojos" de la forma en la que oye nuestro oído, condenándolo a ser un amplificador de audio y no un "amplificador de música".
http://www.roger-russell.com/truth/campbellsineward.htm
saludos
gizmo
gizmo- Cantidad de envíos : 5436
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Fecha de inscripción : 10/04/2009
Re: 'Sineward' Distortion in High-Fidelity Amplifiers by John J Cambell
Sobretodo cuando no se sabe qué medir, como parece ser el caso. Lamento deciros que la música es audio, por más que os (nos) pese.
Re: 'Sineward' Distortion in High-Fidelity Amplifiers by John J Cambell
El valor del artículo reside en lo primitivo que empieza a resultar el preguntarse el "por qué" después de diseñar el amplificador "perfecto" hay algo que se escapa. También porque en aquel momento decide contar la experiencia, aunque los detalles de sus soluciones no sean muy claros, para advertir al resto del "problema" con el que se encontraba. Es un artículo muy comentado aunque a posteriori llegaran los Otala y compañía para seguir desarrollando aquel apunte inicial. El mismo John Curl, contaba una anécdota con la madre de Mark Levinson cuando ambos se encontraban haciendo pruebas en el garaje de casa que resume a la perfección la misma experiencia que animó al autor del artículo a redactarlo.
saludos
gizmo
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gizmo
gizmo- Cantidad de envíos : 5436
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Fecha de inscripción : 10/04/2009
Re: 'Sineward' Distortion in High-Fidelity Amplifiers by John J Cambell
Hola, gizmo.
La verdad es que no consigo compartir tu aprecio por el artículo.
El autor afirma haber diseñado un amplificador ideal desde el punto de vista de las mediciones pero que suena mal. El caso es que solo hace un análisis del mismo en el dominio frecuencial y deja de lado (increiblemente) su comportamiento temporal. Medir la salida de un sistema cuando se le alimenta una onda distinta de una senoidal no requiere tecnología aeroespacial y me imagino que en los 60 estaba al alcance de cualquier ingeniero.
A continuación entra a explicar que el sentido del oído en los humanos ha servido desde hace millones de años al propósito de la supervivencia de la especie y ha evolucionado por tanto para tratar de garantizarla. Eso hace que sea especialmente sensible a la percepción de fase, que permite localizar los objetos en el espacio tridimensional... siendo precisamente la fase lo que su diseño de amplificador parece no respetar como debería. Ninguna objeción aquí. Que en aquel momento no se prestara atención a la distorsión de fase es una posibilidad, pero hoy en día cualquier receptor multicanal de gama media incorpora sistemas de corrección de la misma. Y esto no es solo cosa de los denostados RAV, sino que estas funciones también están presentes en sistemas audiófilos de Linn o Devialet, por poner 2 ejemplos. Quiero decir con esto que a estas alturas nadie duda de la importancia que tiene su preservación para dotar de credibilidad a una reproducción musical enlatada en un sistema de audio.
Posteriormente se mete en un berenjenal alucinante cuando afirma que "las células nerviosas de cada oído pueden transmitir en conjunto unos 360kbits de información por segundo" y que esta cantidad excede tanto la frecuencia audible de una persona normal como la capacidad en frecuencia de los amplificadores del momento, por lo que indudablemente debe estar siendo empleada por nuestro oído como canal para transmitir información misteriosa cuya naturaleza se desconoce pero que, según el autor, parece ser la responsable de que algunas cosas que miden bien no suenan bien. Confunde bits/s con símbolos/s, se monta una empanada mental de cuidado y concluye cargándose de paso el teorema de Fourier y el de Nyquist - Shannon cuando habla de los osciloscopios y su capacidad para analizar formas de onda no senoidales, ignorando el hecho de que las señales suelen limitarse en frecuencia. Una lástima que por aquel entonces no existiera un formato como el CD redbook, cuyo audio requiere una tasa de transferencia de 44100 bps x 16 bits x 2 canales = 1.411.200 bits/s, enormemente superior a esa "capacidad de transmisión nerviosa de 360.000 bit/s", porque ante esa evidencia su argumento apuntaría a conclusiones totalmente opuestas a las que extrae Mr. Campbell.
En fin, yo no sé si nuestro oído tiene capacidades desconocidas ¿superhumanas? que requieran de formatos de codificación y equipamiento tan sofisticados y costosos como los que algunos fabricantes nos ofrecen (personalmente lo cuestiono), pero en cualquier caso no veo en este artículo argumentos que apunten a ello de un modo sólido.
A John W. Campbell le debemos la Edad de Oro de la ciencia ficción (aunque también cojeaba de lo suyo y prefería las tropas espaciales de Heinlein a los marcianos new age de Bradbury), pero como ingeniero, no sé yo .
En fin, releyéndome pienso que igual he sido excesivamente crítico, le daré otra leída al artículo. En cualquier caso, gracias por tus referencias, siempre son estimulantes .
La verdad es que no consigo compartir tu aprecio por el artículo.
El autor afirma haber diseñado un amplificador ideal desde el punto de vista de las mediciones pero que suena mal. El caso es que solo hace un análisis del mismo en el dominio frecuencial y deja de lado (increiblemente) su comportamiento temporal. Medir la salida de un sistema cuando se le alimenta una onda distinta de una senoidal no requiere tecnología aeroespacial y me imagino que en los 60 estaba al alcance de cualquier ingeniero.
A continuación entra a explicar que el sentido del oído en los humanos ha servido desde hace millones de años al propósito de la supervivencia de la especie y ha evolucionado por tanto para tratar de garantizarla. Eso hace que sea especialmente sensible a la percepción de fase, que permite localizar los objetos en el espacio tridimensional... siendo precisamente la fase lo que su diseño de amplificador parece no respetar como debería. Ninguna objeción aquí. Que en aquel momento no se prestara atención a la distorsión de fase es una posibilidad, pero hoy en día cualquier receptor multicanal de gama media incorpora sistemas de corrección de la misma. Y esto no es solo cosa de los denostados RAV, sino que estas funciones también están presentes en sistemas audiófilos de Linn o Devialet, por poner 2 ejemplos. Quiero decir con esto que a estas alturas nadie duda de la importancia que tiene su preservación para dotar de credibilidad a una reproducción musical enlatada en un sistema de audio.
Posteriormente se mete en un berenjenal alucinante cuando afirma que "las células nerviosas de cada oído pueden transmitir en conjunto unos 360kbits de información por segundo" y que esta cantidad excede tanto la frecuencia audible de una persona normal como la capacidad en frecuencia de los amplificadores del momento, por lo que indudablemente debe estar siendo empleada por nuestro oído como canal para transmitir información misteriosa cuya naturaleza se desconoce pero que, según el autor, parece ser la responsable de que algunas cosas que miden bien no suenan bien. Confunde bits/s con símbolos/s, se monta una empanada mental de cuidado y concluye cargándose de paso el teorema de Fourier y el de Nyquist - Shannon cuando habla de los osciloscopios y su capacidad para analizar formas de onda no senoidales, ignorando el hecho de que las señales suelen limitarse en frecuencia. Una lástima que por aquel entonces no existiera un formato como el CD redbook, cuyo audio requiere una tasa de transferencia de 44100 bps x 16 bits x 2 canales = 1.411.200 bits/s, enormemente superior a esa "capacidad de transmisión nerviosa de 360.000 bit/s", porque ante esa evidencia su argumento apuntaría a conclusiones totalmente opuestas a las que extrae Mr. Campbell.
En fin, yo no sé si nuestro oído tiene capacidades desconocidas ¿superhumanas? que requieran de formatos de codificación y equipamiento tan sofisticados y costosos como los que algunos fabricantes nos ofrecen (personalmente lo cuestiono), pero en cualquier caso no veo en este artículo argumentos que apunten a ello de un modo sólido.
A John W. Campbell le debemos la Edad de Oro de la ciencia ficción (aunque también cojeaba de lo suyo y prefería las tropas espaciales de Heinlein a los marcianos new age de Bradbury), pero como ingeniero, no sé yo .
En fin, releyéndome pienso que igual he sido excesivamente crítico, le daré otra leída al artículo. En cualquier caso, gracias por tus referencias, siempre son estimulantes .
corbelli- Cantidad de envíos : 642
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