Comentario a The life and death of Marina Abramovic. ¿Tomadura de pelo?

Debería comentar algo de este montaje, The life and death of Marina Abramovic, ya que no, no es una tomadura de pelo. Eso sí, no llega al mínimo nivel de nada que deba estar en la temporada del Real, es más propio de un teatro de la Gran Vía (y con dinero privado, que las neuras propias, que no son nada originales y ya nos las habían contado hace años mil veces, no las cubre, ni en este caso debe, la seguridad social), aunque no se la colocarían a ese tipo de público.

Parece que la necesidad de ensanchar el público se realiza, también en lo que deben ser lugares excelentes de la música y el drama (o la comedia), igualando por lo bajo.

Me da igual que sea una ópera o todo lo contrario, pero si descomponemos las cosas que deben estar en un teatro destinado a la música y la interpretación (y más en uno de cabecera) me salen algunas que no podemos descuidar. En primer lugar la historia (aunque en la ópera hay más de una muy simple y poco creible); en segundo la música; en tercero (que es lo mismo) las voces; en cuatro (o antes) las interpretaciones; y seguimos con la dirección (general, musical, de escena); la escenografía, etc. etc. (aquí hay que incluir el sonido, que siempre doy por hecho en El Real). Y todo esto, para cada participante, lo hagan individualmente o en grupo. Aunque solo sea por lo que nos ha costado El Real, y lo que nos cuesta, y por que representa, y así debe ser en un lugar como este, uno de los cúlmenes de la música y el drama cuya labor debe ser ejemplo, y aprovechamiento, para subir el nivel del resto... . Visto así no tiene medio pase (“C(h)oreus” no tenía ni una micra). Si valoramos cada uno de los componentes citados apenas casi nada llega al cinco. Aunque en algunos sí...

Por otro lado…

Obra que ya hemos visto mil veces, y que podría llamar la atención hace 30 años, o algo más, llena de tópicos, y que nada sorprende. Con voces penosas, penosa música y sonido (que mal suena todo, y que pena captar la atención con ruidos a alto nivel), e historia, la de Marina (pésima actriz), que ha contado mil veces. Aportaciones de Antony penosas para un lugar como este. Robert Wilson correcto, no sobresale, pero realiza un buen trabajo y…

… y no, a pesar de lo dicho no es una tomadura de pelo The life and death of Marina Abramovic, ya que Willem Dafoe eleva la obra y la convierte en algo, por lo menos por estos lares donde su presencia no es nada habitual, a no perderse.

No recuerdo muchos trabajos de Willem Dafoe que considere sobresalientes en la pantalla, no suele ser de mi gusto. Aquí se pone a las espaldas toda la representación y… sí, realiza un trabajo fantástico, lleno de esfuerzo, de recursos, de profesionalidad. Un trabajo magnifico.

Tomadura de pelo? Directamente estafa.
El Einstein on the beach de Glass-Wilson era una genialidad. Se estrenó en 1976.
Antony es un enorme talento.
El refrito de un Robert Wilson en su enésima repetición, la historia aburrida de una autopublicista egocéntrica, narrada por un actor famosillo, sin música de valor, salvo Antony... ni nuevo, ni valioso...
Totalmente de acuerdo en que se hagan estas cosas, pero no en locales mantenidos con dinero público y destinados a mantener una bonita tradición que es la ópera, que es por la que pagamos un pastón los abonados.

¿Has visto The life and death of Marina Abramovic?

Claro. Tengo abono desde hace más de diez años.
Vi también Einstein on the Beach, aunque fue en el TEatro de Madrid (la Vaguada). Una experiencia inolvidable, rompedora, un subidón de adrenalina, una genialidad. El directo infinitamente más convincente que el disco.
Sin embargo, O Corvo Blanco, también de Glass/Wilson en el Real fue muy pobre.
Life and death... sin ninguna novedad estética ni arte evidente (salvo cuatro canciones cantadas por Anthony). El papel de narrador me pareció demasiado histriónico como para poder valorar a Daniel Dafoe.
Mediante un conocido común hablé con uno de los músicos. Estaba deseando irse de Madrid y dejar de participar en esa mierda.
El año que viene otra vez Robert Wilson, en la ópera sobre Walt Disney, aunque al menos la música esta vez será de Philip Glass y puede que merezca la pena.

Vimos dos obras distintas, y lo contamos de manera verdaderamente distinta. Antony para mi fue de lo peor, y Doug Wieselman, Oren Bloedow, y Gael Rakotondrabe casi más. Lo del duo electrónico penoso también. Se salva, y mucho, el Svetlana Spajic Group, pero al igual que muchos grupos de música popular, una pena que lo demás tape parte de sus intervenciones.