La sobrecogedora fuerza del mar

Hola.

PINCHAD

Salud!

César

¡Brutal y terrorífico!

Hay que tenerlos bien puestos para no *****se encima.

Un abrazo

Como para estar dentro de un cáscaron de los de las imagenes, menudos HUEVOS!!! hay que tener
Un saludo, miguel

Impresionante Cesár, realmente sobrecoge, y más si conectas el ordenador al equipo. ¡cómo suena el fragor de las olas!

Acojonante....


y yo pensando que hice una mala travesía Denia - Ibiza ....

¿Qué? ¿Os sigue pareciendo caro el pescado?

Sencillamente maravillosa la fuerza de la naturaleza.

Saludos.

Yo me he mareado con las imágenes y se me ha mojado el teclado del pc .
No se si giña más ir en el barco o asomarse al balcón del faro cuando viene la ola!!!!!!!!!!!!!!!!

Saludos,

César escribió:Hola.

PINCHAD

Salud!

César

¡Joé con la mar saláa...! Me ha traido a la memoria una travesía de El Hierro a La Palma, hace cuarenta y tantos años: el mar estaba tan bravo, que el barco no se atrevía a entrar en el puerto, por miedo a que el oleaje lo estampara contra el malecón, y estuvo allí, aproado, durante más de una hora, hasta que, en un momento en que amainó el temporal, entró, atracó brevemente (juraría que no más de veinte minutos, lo justo para que se bajaran los pocos pasajeros, y saltáramos -literalmente- a bordo otros tantos aspirantes a suicidas), y sin soltar amarras -tampoco las había echado- salimos popa avante a mar abierto, con olas de más seis metros...

He viajado mucho en barco, y había hecho esa travesía decenas de veces, pero jamás había vivido algo parecido: el barco encaraba las olas, que sobrepasaban la proa y barrían toda la cubierta con verdadera ferocidad. Todas las puertas y escotillas estaban cerradas a cal y canto, y al cabo de una hora o así el capitán ordenó bajar unas planchas en las que nunca había reparado, unas a modo de contraventanas de acero para proteger las ventanas del bar, que deasde una altura de unos cuatro o cinco metros sobre la cubierta, daban a la proa, pues el agua golpeaba fuertemente en ellas. La mar, más que arbolada, era ahora montañosa, y cada vez que el barco hundía la proa en una ola, a los pocos segundos se oía una especie de zumbido como el del motor de arranque del coche, sólo que a lo bestia: era la hélice, que se quedaba momentáneamente girando en el aire al levantarse la popa... Aunque hacía ya más de seis horas que había comido, en un momento dado tuve que correr hacia la barra del bar y, subido a ella, meter la cabeza en la pila -que, afortunadamente, estaba vacía- y allí solté hasta la primera papilla...

Fue una travesía memorable, que se me hizo casi eterna: de las seis horas que solía durar, se alargó hasta casi veinticuatro, y cuando por fin, al mediodía siguiente, llegamos a La Palma, con el temporal ya amainando, juro que nunca había visto una isla tan atractiva, que comprendí a los de Colón cuando el de Triana gritó aquello de "¡Tierra a la vista!"...; y que cuando puse el pie en ella, casi casi me agaché a besar el suelo; y que el bamboleo al andar, que me duró un buen rato, me pareció estar bailando un vals con la chica de mis sueños...

Desde luego, cuando te encuentras cara a cara con la Naturaleza desatada, acojona. Y se te queda grabado.

Hacía años, muchos, que no me acordaba de ese viaje. Y espero no haberos aburrido al contarlo.

Un saludo

Hola.

Curiosamente sufrí una aventura parecida a la tuya en una travesía Gran Canaria / La Palma siendo radarista en un patrullero de altura de la armada, algo parecido a lo que está padeciendo el buque militar del vídeo. Las olas pasaban por encima del puente y la proa una vez que daba un pantocazo el barco, parecía nunca llegar a salir de la ola. Por supuesto, continuamente las maquinas totalmente revolucionadas al quedar las hélices en vacío. No llegamos a La Palma, capitanía nos obligó a volver.

Un saludo.

César

PD: Al menos a mi no me has aburrido, todo lo contrario.

Hola,

Orejones, a mí también me ha gustado tu historia.

Mi padre es Capitán de la Marina Mercante retirado y tiene anécdotas realmente increíbles. Pero como son largas y muchísimas, cuento dos cortitas:

- En una tormenta como las del vídeo, una ola se lleva a un marinero y otra lo devuelve al barco. Eso es volver a nacer

- Ésta es el polo opuesto: el barco atracado en puerto con la mar como un plato. Un marinero pintando la chimenea del barco, se cae al agua y no lo encontraron nunca.

Saludos.

Impresionantes imágenes, me he quedado traspuesto, no seré yo quien estuviera en uno de los barcos que se han podido ver aqui. Y anda con las del faro, me muero del susto. Mi pareja está frita para que vayamos de crucero, pero como que....no me apetece.

Jeremias johnson escribió:


¿Qué? ¿Os sigue pareciendo caro el pescado?

Muy bueno Jeremias, +22
Un saludo, miguel

Hola.

Aunque desciendo de familia marinera, mi experiencia con el mar es la misma que la de cualquier urbanícola de tierra adentro, fundamentalmente contemplarlo desde la orilla tumbado en la arena. Pero desde luego en las pocas veces que he estado a bordo con mal tiempo lo que más acojona es ver que tu barquito se queda unos cuantos metros por debajo del nivel de la ola, que ves como una pared de agua que parece que te va a tragar. y eso que estoy hablando del interior de las Rías Bajas, no de estar en medio del océano
Y al ver este vídeo pensé en la cantidad de gente que se gana la vida en esas condiciones. Es difícil decir cual es el trabajo más duro, pero pienso que la pesca debe ser uno de ellos.

Como dice César en el título del post, la naturaleza siempe nos sobrecoge. La única manifestación humana que nos arruga el estómago y emociona que sea más o menos comparable a los espectáculos de la naturaleza es la capacidad creativa del ser humano, el arte considerado en abstracto. Con todo, decía Uxío Novoneyra, poeta gallego, al contemplar las montañas del interior de Lugo: "Eiquí ben se ve o pouco que é un home". Cierto, en medio de una borrasca atlántica, aunque vayas en un trasatlantico, "bien se ve lo poco que es un hombre".