Bayreuth 2024: un sueño cumplido

Con ventipocos años cayó en mis manos un cd de la colección Amadeus con fragmentos de óperas y lieders de Richard Wagner. Recuerdo la honda impresión que me causaron los Wesendonk Lieder, el preludio del Tristán y la muerte de amor de Isolda. Me pareció una música diferente a casi toda la demás (como también me pareció por entonces la de Berlioz), llena de misterio, arrebatada, con un cromatismo rozando casi lo atonal.
Recuerdo también esos veranos en los que, por las tardes y en la playa, empecé a escuchar con auriculares las retransmisiones que Radio Clásica hacía en directo del Festival de Bayreuth. No entendía el alemán, las óperas duraban más de cuatro horas (seis contando los descansos de entreactos), pero me quedaba hipnotizado escuchando esa música.

Los años siguientes llegaron otras músicas, clásicas y no tan clásicas. Y llegó también el jazz para quedarse. Pero el año pasado, casi treinta años después, tuve la oportunidad de ir a la representación del Tristán e isolda en una producción propia del teatro de la Maestranza de Sevilla. Se me volvió a despertar la vena wagneriana y pensé ¿por qué no ir a Bayreuth, ese lugar mítico en mi imaginario musical desde la juventud?

La realidad con la que te tropiezas es que hay colas de seis o siete años para conseguir una entrada. Se expenden alrededor de 50.000 entradas para la temporada pero son cerca de 500.000 personas las que las solicitan todos los años.
De todas formas, encontré el resquicio de la venta por internet: un día concreto y una hora determinada en las que algunas localidades salen a la venta en la página web del festival, previo registro en dicha página. Así que puse a toda la familia, cada uno con un ordenador y esperando con el dedo tenso el momento exacto de inicio de la compra.

Conseguí entradas para dos representaciones, el núcleo del Anillo: ¡la valquiria y el Sigfried! No os podéis imaginar en ese momento frente al ordenador la alegría de haberlas conseguido, casi que no me lo creía.

Así que este agosto, he subido la colina verde.






Tenía también muchas ganas de comprobar la famosa acústica del teatro que Wagner construyera específicamente para la representación de sus obras.
Como sabéis, fue él quien estableció el foso de orquesta (excavado, en foso) tal como lo conocemos hoy, aunque en el caso del teatro de Bayreuth el foso tiene unos pretiles curvos que reflejan el sonido y que ocultan totalmente la visión de los músicos. Wagner no quería que la visión de la orquesta distrajera de la representación pero, sobre todo, esta disposición permite que se establezca un equilibrio entre las voces y los instrumentos de forma que estos últimos no “tapan” lo vocal.
Después de estar allí tengo que decir (y por comparación con otros teatros) que, efectivamente, la claridad con la que se escuchan las voces es superior y no son ahogadas por la orquesta. Pero también, y en líneas generales al estar en un foso oculto, me pareció que la orquesta sonaba como más empastada, algo más apagada de lo que estamos acostumbrados en otros teatros (y en grabaciones de estudio) en donde la música a veces toma un protagonismo por encima de las voces. Comprendo que la música de Wagner recurra a veces ese despliegue de metales y fanfarrias (y no sólo por dramatismo), posiblemente necesarios para equilibrar la acústica tan peculiar que el foso procura.


De alguna forma, Wagner no es que inventara el cine pero sí la “experiencia del cine” frente al acto de sociedad que hasta entonces era presenciar una ópera, en donde el público departía en una sala totalmente iluminada, más pendiente de intrigas, dimes y diretes que de la obra. Wagner cerró las puertas durante la función, suprimió los palcos del teatro y apagó las luces (fue al parecer por un error en la regulación de las lámparas de gas en la primera función que terminó gustando y así se quedó) para que se viera sólo la escena y lo que en ella ocurría y entendió la música como acompañamiento y descripción del drama, sin verse los instrumentistas.

Bueno, simplemente quería compartirlo con vosotros porque me ha hecho mucha ilusión poder disfrutar de Wagner en su “meca” y por si hay algún wagneriano por el foro, que seguro que sí.








La preceptiva visita a Villa Wahnfried y la tumba del maestro.






Los diferentes directores de todos los festivales que se han celebrado (museo Wagner).








El piano que se le regaló a Wagner (y que fundamentalmente tocaba Listz) con motivo de la primera representación del anillo.





El teatro y alrededores parecían este día que lo visité un lugar desolado, se percibe en la imagen. Lo increíble es que en el momento de tomar esta foto, dentro se estaba representando la primera de las óperas del anillo, Das Reihngold!






Aquí el menda extasiado y visitando el teatro el día antes de la función.






Día de función!





Un saludo

Enhorabuena. Yo también estuve durante años colgado a la ilusión de poder asistir al Festival, y de hecho estuve en la lista de espera un tiempo. Cuando ví que aquello era un imposible desistí y ahora a mi edad, no me veo asistiendo a una representación de tantas horas y tantas incomodidades, como el hecho de que las butacas no tengan brazos y que no haya aire acondicionado en el teatro.
Eso no me impide felicitarte por el deseo tan largamente alimentado y también por el mensaje tan bien elaborado con las fotografías incluidas.
Gracias y saludos

Felicidades

El que la persigue la consigue.

Y sí, los directores, a veces, hablan de la dificultad de coordinar el sonido de la orquesta con los cantantes debido a ese retardo del sonido que sale de "la caverna" donde está la orquesta.

Espero que lo hayas disfrutado mucho y de que las famosas localidades incómodas hayan sido llevaderas.

Saludos

Gracias varese.

Efectivamente, las “butacas” son diabólicas. Dicen que Wagner las ideó de esa forma precisamente para que su incomodidad -mítica desde siempre- mantuviera a la gente concentrada.
Yo iba avisado e incluso me hice con las almohadillas que dan al acceder al teatro para paliar algo la cuestión. Al principio, al sentarme, la verdad es que las sillas (más que butacas) te parecen cómodas pero lo cierto es que con el paso de las horas te das cuenta hasta dónde llega y cuando termina la comodidad. El problema para mi no fue tanto el asiento como el respaldar, demasiado rígido y vertical. Terminé poniéndome la almohadilla en la espalda.




En villa Wahnfried guardan una de las sillas originales. Es ésta de la foto. Es parecida a las actuales pero creo que, por la curvatura de las maderas y el material de rejilla (que no tienen las de ahora), eran posiblemente más cómodas las antiguas que las de hoy.

Respecto al calor, tuvimos algo de suerte, fueron días muy apacibles con temperaturas máximas de 23-28 grados (a ver, soy sevillano) y dentro del teatro se solventaba abanicándose de vez en cuando, pero es verdad que son unas temperaturas a las que ya no estamos acostumbrados cuando vamos a una representación del tipo que sea.

Un saludo

Hay además otra dificultad añadida respecto a la visión convencional de una ópera en el teatro y es que no hay traducción en pantalla sobre el escenario de lo que se va cantando. Te tienes que saber la ópera de arriba a abajo y según a quien se le puede atragantar. Pero vamos yo creo que todos los que estaban allí se la sabían (o no, porque supongo que también habría mucho famoseo y postureo).
Yo particularmente venía empollándome desde diciembre pasado la edición del Anillo del Nibelungo de Ángel Mayo.



No he hablado de las representaciones en sí. Bueno, sabréis que Bayreuth se lo toma esto como experimentación, cosa que no me parece mal para que el festival y la ópera en general se mantenga viva, y claro las escenografías son contemporáneas…
En esto pasa como en todo, unas están muy bien, otras no tanto. A mí me chocó en la valquiria, la verdad. Me había acostumbrado al montaje que hizo el Met de Nueva York en 2010 y que tenía visto en bluray. Ver en Bayreuth la valquiria ambientada de aquella manera pues me chocó un poco, sobre todo porque mucho del texto no podía coincidir por fuerza con lo que estaba viéndose. El bajón definitivo llegó cuando resultó que Notung era una pistola!!! ay madre mía. Bueno, después fue una muleta!!!
En concreto además, el primer escenario de la valquiria, la casa de Hunting, era muy malo a mi parecer, incluso arquitectónicamente confuso (y de esto sé) porque parecía representar a la vez un interior y un exterior pero no intencionadamente. Los siguientes escenarios no me parecieron mal.



Pero me reconcilié con el Sigfried, la segunda representación. Por lo que fuera, los escenarios y la acción encajaron mejor. Los cantantes estuvieron pletóricos. Mime para mí estuvo muy bien (Ya-Chung Huang) y recibió una ovación monumental al final del segundo acto, igual que Brunilde (Catherine Foster), Sigfried (Klaus Florian Vogt) y los demás al finalizar. Este tercer acto fue increíble, los cantantes lo dieron todo y el público lo notó, la ovación fue muchísimo mayor que en la representación de la valquiria. Salí emocionado del teatro ese día pensando que sólo por ese tercer acto del Sigfried había valido la pena ir a Bayreuth.



Un saludo

Fielitz...felicidades por tu sueño conseguido y ademas lo disfrutaste, una experiencia que difícilmente olvidaras, gracias por compartirla con nosotros

Saludos
Xavier

Enhorabuena por haber podido asistir, y muchas gracias por compartirlo.

Un saludo