Mahler en directo

La primera vez que escuché Mahler en directo tenía 13 años,era la tercera,y al llegar al último movimiento comprendí con toda seguridad que nada en el mundo podía haber mejor que la música,recuerdo que mi profesora me dijo al acabar el concierto que estuve levitando toda la sinfonía.Hoy día tengo 32 años y soy músico profesional y aconsejo aprovechar todas las ocasiones posibles para escuchar música de verdad en directo e inculcar a los niños la educación musical como algo imprescindible en su formación como personas.¡SALUDOS¡

Jamás se me ocurriría hacer leer a mi hijo de 7 o 9 años a Kafka o a Joyce, por mucho que a mi me gustara. Para eso existen las versiones de libros adaptados a esa edad, y os puedo asegurar, como profesor que es totalmente antipedagógico saturar a un niño con ciertas lecturas o audiciones, ya que podemos conseguir el efecto contrario

No estoy para nada de acuerdo en llevar a un niño de 7 años a un concierto de Mahler, no entenderá nada y posiblemente acaba saturado y con pocas ganas de reptir la experiencia.

En Alemania se empieza con El Cascanueces, La Flauta Mágica en versión para niños,y otras tantas, ( un 25 de diciembre tuve la suerte de asistir a una representación especial de La Flauta con Papageno y demás personajes cantando entre el público que por cierto estaba compuesto por niños y padres....fue impresionante ver esas caritas ) se hacen conciertos los domingos, como los que se hacían, si no recuerdo mal, en el Real y con el hijo de Argenta y de forma sencilla y comentados.

A los trece años uno ya casi se afeita y es cierto que ya es una edad para empezar a disfrutar de ciertos compositores.

Por cierto, el señor Rachmaninof todavía sigue levitando

Danke.

Claro que puede ser contraproducente llevar a un niño a un concierto por primera vez para escuchar a Mahler, y, si me apuras, a cualquier otro compositor. Pero si ese niño está mamando música desde el mismo parto, no cabe duda que su entendimiento tendrá una base, un entrenamiento que le permitirá asimilar mejor lo que de otra manera podría ser traumático.

Recuerdo que cuando tenía aproximadamente esa misma edad mi padre solía poner en casa música brasileña. Yo me sentaba con él a escuchar y aquello era para mí música celestial (todavía hoy lo sigue siendo). Si me hubiese llevado a un concierto de Os Cariocas, Tamba trío, o a escuchar al mismísimo Jobin, me hubiese comportado como esos dos niños a los que Maher no les resultaba un completo descoocido.

Lo cierto es que ya ha escuchado Mahler en directo, fué la 10ª y como que no le gustó mucho. le saqué entradas fundamentalmente para que vea en acción a Janine Jansen, la violinista, con el 1ª de Shostakovich ( el está en 2ª de violín en el Conservatorio y 1ª de piano en la escuela municipal de música ). Pero se me hace el programa un poco fuerte para él, a pesar de haber ido ya varias veces al Auditorio, al Teatro Real ( conciertos pedagógicos ), a los que organiza nuestro maravilloso Ara Malikian, etc... En fín, al final creo que le preguntaré a él si quiere ir, en muchas ocasiones acierta él más con su criterio que yo con el mio. Un saludo y gracias a todos.

Yo no tengo crios,ni falta que le hace al mundo,pero creo que Mahler no es para niños...normales,quiero decir.Si alguno tiene un niño prodigio,pues vale.
A no ser que haya nacido escuchando Bach,haya mamado Mozart,y haya merendado Wagner en lugar de bollycaos.
un saludo

Pienso que no hay ningún problema en llevar un niño a un concierto de Mahler ni de Prokofiev ni de ningún compositor por más vanguardista y raro que sea. Tampoco es problema la edad. Lo que puede convertir en perjudicial su asistencia es la actitud de fondo de los padres no el hecho en sí. Un niño de 8 años no entiende el fondo de la música de Mahler pero tampoco la de Bach ni la de Mozart. Cuando hablamos de formación y de pedagogía sí es cierto que es bueno trazar un camino y elegir un programa adecuado. Pero el acto de llevar a un hijo a un concierto no es un acto pedagógico, es una siembra, es una transmisión natural de los deseos del padre respecto de la música. En este caso, lo que se toque es lo de menos. El crío, puede que se aburra o no, seguramente estará más pendiente de lo que hace la violonchelista de la izquierda, que se le cae la partitura, o de los saltitos del director sobre la tarima. Todo eso es lo de menos. Lo importante es la interiorización de esa actividad, la siembra de una semilla que va a brotar mucho más tarde. No entenderá a Bach, pero seguramente se impresionará con cómo suenan los coros de La Pasión en vivo. De la misma manera que cuando te llevan al fútbol a los 7 años no entiendes ni papa de lo que se juega allí, estás simplemente flipando con como suena un estadio cuando se marca un gol, de lo que hace el entrenador en la banda o que el linier tropezó en un bache del campo. Lo que es absolutamente perjudicial es llevar a tu hijo a un concierto con la idea de que se convierta en un niño prodigio, como si lo llevas a clases de natación o de tenis para que sea un Nadal a huevos, o si lo llevas tirándole de las orejas porque se quiere quedar en casa viendo BOb Esponja. La disciplina y la organización del aprendizaje son necesarias a posteriori, cuando el crío tiene ya el gusanillo asentado; antes hay que inocular, con naturalidad y sin forzar, la base: simplemente que experimente con aquello que despierta tanto interés en su padre.